Hace tiempo comencé una serie de cinco capítulos dedicados a cinco "joyas" de la iglesia de Santiago: el retablo mayor, el de la Epifanía, las estatuas yacentes de los fundadores y el relieve de Santiago Matamoros. Hoy se acaba este serial con el "Santo Cristo de las Mercedes", aunque no por la falta de obras de arte de interés en la iglesia, sino porque son las más representativas de la misma.
Aunque apenas se conocen datos sobre él, se puede asegurar que es una obra cercana a Pompeyo Leoni, el cual debió realizarla hacia el año 1560. Durante muchos años se creyó que era obra de Francisco de Maza, discípulo de Juan de Juni, en cuyo taller pudo trabajar como oficial.
A este Cristo se le conoce en la actualidad como el “Cristo de las Mercedes”, aunque anteriormente tuvo otros nombres, como “Cristo de la Misericordia” o de “La Luz”. Confirmaba en 1900 el erudito vallisoletano Casimiro González García-Valladolid, que la tercera capilla de este templo se encontraba consagrada a este Crucificado (por entonces bajo la advocación de la Luz): “tiene un bonito altar corintio, formado por dos columnas que sostienen la cornisa sobre la cual se alza un ático cortado en el centro, para dar lugar a un frente con un óleo representando a la Virgen con Jesús muerto en el regazo”.
El Crucificado es mucho mayor que el natural (2,30 m.), muy anatómico y robusto, con una clara inclinación de la cabeza. Su cuerpo, con una concepción hercúlea, representa verdaderamente el de un Dios, cubierto por un paño de pureza carente de pliegues violentos, sino más bien suaves. Posee un estudio anatómico muy depurado, el modelado de su cuerpo obedece a un criterio estético muy severo, como huyendo de academicismos y de posturas demasiado bellas. Aparece caído hacia el lado derecho, ya muerto, y presenta la lanzada en el costado. Se acusan bien las articulaciones, por ejemplo de las rodillas, notorias bajo la piel. Permanece con la boca entreabierta como conservando aún entre sus labios la última de las Palabras. La cabeza tiene una abundante cabellera y barba. Tiene la corona de espinas tallada sobre su cabeza. Conserva su policromía original, a pulimento. No presenta gran profusión de sangre. La policromía se ha detenido en las marcas de las cuerdas de las manos y de los tobillos.
La imagen recibió una importantísima restauración en el Instituto Nacional de Restauración de Madrid, por los Hermanos Solís, en el año 1986. Allí se realizó un profundo examen extrayéndonsele de la cabeza una serie de clavos que probablemente le fueron insertados a principios de siglo XX, y que estarían motivados por la importante rotura que se le aprecia en la cabeza. Los dos clavos (de unos 30 cm.) le fueron extraídos y el agujero que habían formado fue recubierto y restaurado. Se restauró también la policromía que se encontraba deteriorada por el paso de los años. Fue nuevamente restaurada hace unos pocos años.
Se ha intentado buscar el origen de su vinculación con esta parroquia, aunque no se ha encontrado ningún dato en el archivo de la misma. Actualmente continúa siendo alumbrado durante el año en la parroquia de Santiago, en una capilla por la que se accede a la puerta de la antigua calle de la Tumba (actual Héroes del Alcazar de Toledo). El Cristo no fue concebido como talla procesional, sino como imagen de retablo, hasta que el arzobispo Antonio García y García, junto con el director del Museo de Escultura, impulsaron el montaje de un nuevo paso para la cofradía de las Siete Palabras. La imagen central de la misma era este Crucificado, recurriendo a los dos “Ladrones” originales, Dimas y Gestas, que Gregorio Fernández talló en 1616 para el paso de la Sexta Angustia, encargado por la cofradía de las Angustias.
Asimismo el Santo Cristo de las Mercedes protagoniza desde 2005 la Procesión de Paz y Reconciliación, en la noche del Miércoles Santo, visitando la S.I.M. Catedral. A partir de 2009 se pasa a denominar Procesión del Santo Cristo de las Mercedes coincidiendo con la confección de unas andas para portarlo a hombros.
Por último me gustaría dar mi opinión acerca de la autoría del Santo Cristo, y no es otra que Pompeyo Leoni, puesto que si comparamos este Crucificado con otro que se encuentra en el Museo Nacional de Escultura, las coincidencias son más que claras. Este último Crucificado forma parte de un Calvario, realizado por Pompeyo Leoni entre 1606-1607, que remataba el retablo mayor del desaparecido Convento de San Diego de Valladolid.
BIBLIOGRAFÍA
MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980
BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier (comisario de la exposición): Gólgota, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2004